jueves, 31 de octubre de 2013

34B Pt4 (Final)

-¿Me comes otra vez?- me dice sin pudor, ese barco zarpó hace unas horas.
Me hundo entre su regazo y escucho las erupciones atropelladas de un volcán de inminente peligro. Así permanecí alrededor de unos 10 minutos, bañado en las olas venéreas de una mujer cuarentona en celo. No me arrepiento.
 Toma de mis cabellos rizados y tira de ellos apartando mis labios de su sexo.
-¡Ahora bésame!- casi arranca mi cabeza de un impulso y entierra mi cara en la suya, nuestras lenguas graban sus rastros, serpentean por nuestros cuellos, regresan a nuestras bocas, siguen surcando en zigzag, en sinuosidades caprichosas, arrastran la saliva que se seca y colorea nuestra piel de matices impúdicos.  -¿Seguimos en el cuarto?- balbucea entre dientes, me muerde la parte inferior de mis labios. Sabe que me encanta. Me encanta.
-No- desaparezco los tirantes de su vestido negro, sus hombros saben a vainilla.
-Hueles rico- pendejazo.
-Gracias- súbitamente todo se vuelve incomodo otra vez, hay una voz en mi cabeza que me grita que esto está mal. Debería irme pero la palma de su mano acaricia mi entrepierna sobre el pantalón. No debo irme. No así. No ahora.
Separa su cuerpo del mío y sé cuál será su siguiente movida.
-¿Me deseas?- su mirada es penetrante, obscena.
-Si- le respondo tranquilo.
 Se desnuda frente a mí, sus pechos son perfectos.
-¡No mames!- parece veinteañera, incluso jailbait.
-¿Te gusta?- Maldita puta, sabe que sí.
La beso como nunca besé antes, la toco como si no hubiera mañana. Amarro mis manos alrededor de su cintura y la junto a mi cuerpo, puedo sentir lo duro de sus pezones contra mi pecho, inclusive puedo sentir la humedad que proviene de sus muslos.
La empujo hacia la pared con mi cuerpo, la toco más y más, mis manos repasan su cuerpo de pies a cabeza. Me susurra que está lista, yo también pero no quiero parar de manosearla. Cada roce con su piel me hace sentir más vivo. Le muerdo los pezones y la espalda. Le beso el vientre plano como vereda, fruto maduro de un pecado añejado. Diosa de diosas. Musa de musas. Fuego de fuegos.
No hay nadie más para mí en este momento. No hay nada más que su desnudez y su entrega. Me habla con obscenidades y me muerde el lóbulo de mi oreja izquierda. Me gime con la voz entrecortada. El sudor resbala por su cuerpo desnudo. Se mezcla con el mío. El ambiente se torna denso y los jadeos se convierten en deseos espesos, en aullidos sexuales.
Me detengo para contemplarla, es una escultura en carne viva.
-¿Por qué paras?- me reclama borracha de lujuria.
Me desnudo frente a ella. Me acuesto a su lado y le beso mucho más. Toma de mi espalda y sus uñas desgarran mi piel, me excita más cada que lo hace.  -¿Traes un condón?-
Puta madre. Sabía que se me olvidaría algo. ¿Recuerdan el checklist? Exacto.
-No- le digo casi casi con miedo.
-No importa, hazme tuya- su respiración es fuerte y vehemente.
-Ok- que putas dice a eso.
Introduje mi sexo en el de ella, un temblor adornado con un chillido me dio la bienvenida a sus adentros.
Su monte de venus golpeteaba contra mi vientre. Se escuchaba un chapoteo entre nuestros cuerpos,  es esa fricción carnal, esa bendita fricción que nos envolvía en un manto mojado y tibio.
Después de un tiempo del vaivén de nuestras caderas me empuja hacia el otro lado de la alfombra, se dobla frente a mí y me ofrece su boca como caverna amatoria. Su enjundia es enervante, me toma unos minutos el entender que no es un sueño. Sus ojos miran los míos, pausa en momentos para sonreírme y seguir escupiendo obscenidades.
-Ven- me toma de las manos y se voltea. –Ahora así- se inclina hacia el frente y me deja ver las curvas de su trasero.
No puedo evitar el impulso de besarlas y pasar mi lengua por todo su contorno.
-Ya- su excitación es obvia, refrescante, excitante.
Arremeto contra su trasero y desde aquí la vista es hermosa. Mórbida pero hermosa.
El estremecimiento es tal que un eco nos cerca. Nos confina en un mundo donde somos perfectos, un mundo en el cuál el pecado es alabado, un mundo en el que se honra al semen.
Pasa un poco menos de media hora y una presión se adueña de mi sexo. Ella lo nota, no sé como pero lo nota. Me empuja al momento.
Los rastros de mi virilidad se dispersan por su trasero. Ella gime aún más fuerte, de manera violenta podría describir.
-¡Wow!- se voltea boca arriba y se acaricia los pechos. –Mucho mejor- suspira y esconde sus pechos y su sexo con una sábana que se encontraba por ahí.
-Lo sé- mi cuerpo sigue goteando sudor en dicha sábana. Me acuesto a su lado y la beso.
Me regresa él beso y añade uno más en la frente.
-¿Quieres una copa de tinto o ya te vas?- sus palabras son firmes.
-Mmm…- ahora sí no sé qué contestar a eso. –¿Me puedo quedar aquí?- pregunto en dudas.
-¡Claro!- ríe mientras lo dice. –No pasa nada-
-Tinto entonces- ya me siento más relajado.
-Me meteré a bañar, siéntete en casa- una frase que está demás si me preguntan. Me sirve en la copa de color negro, ya no me molesta tanto.
-Ok- bebo un poco de vino.
Mientras el agua corre en su regadera, visito ciertas partes de su casa. La sala me dice que no está divorciada y que no tiene hijos.
Las miradas en los ojos de su esposo y en los de ella son como espinas en mi cabeza. Hoy ya no es “hoy”. Se convirtió en un “hubiera”, en un “ojalá”. Adiós sentimientos, adiós futuro.
Un río de agua helada sube por mi espina dorsal.
Ya no importa; ya lo hecho, hecho está. Me siento como mierda como quiera.
Irrumpo en su baño para meterme a bañar con ella.
-¡Hola extraño!- su sonrisa ya no es igual.
-Hola- no hay sentimiento en la mía.
Nos bañamos, nos queremos, nos besamos, nos abrazamos bajo el agua caliente que vierte desde el cielo del cuarto.
Somos cómplices, somos pecadores. Aunque si lo pensamos bien y, bajo una doctrina cristiana, todos nacemos pecadores hasta, imposiblemente, probar lo contrario.
No existen las casualidades pero las causalidades están a la vuelta de la esquina. Si no vas a ellas, ellas vienen a ti. Así de culera es la vida.
Aunque debo admitir que fue la mejor revolcada que he tenido.
-¿Sabes qué? Mejor me voy, tengo que hacer algo mañana- le digo apenas saliendo de la regadera.
-Ok ¿seguro? No hay problema- me responde de manera dulce.
-Si- me visto y la beso.
Me abre la puerta y me manda un beso. El último.
A veces paso por su consultorio y me dan ganas de entrar y hacerla mía de nuevo. Besar ese escote etiquetado de un 34B y olvidarme de las causalidades de la vida que, como dice José Alfredo: NO VALE PINCHES NADA.
Parafraseo eh.

viernes, 25 de octubre de 2013

34B Pt3

Anoté su dirección en un recibo del Súper Siete y me vestí como pude, recuerdo que mi cama ya estaba cálida y mi cobija de las tortugas ninja me decía adiós de manera triste.
Antes de salir de mi casa hice un checklist de las cosas que debe uno llevar siempre que dispone salir del nido. Soy un tanto paranoico de que me falté algo que pueda necesitar.
Celular, listo. Cartera, listo. Llaves, listo. Verga, lista. No era necesario hacer checklist en esa ocasión pero estaba modorro y medio pedo aún.
Tomé un taxi  y le especifique mi destino. Me temblaban las manos de los nervios, me sentía estúpido.
Llegamos y le pagué con uno de doscientos, ochenta de feria; chinga tu madre tarifa nocturna.
El barrio se veía muy arribista, las banquetas estaban limpias, casi no parecía Monterrey. No al que estoy acostumbrado.
-No vayas a tocar, mejor whatsappeame- me dijo cuando hablamos por teléfono. ¿Whatsappeame? ¿Neta? ¿Es en serio? Bueno, ya que.
La “whatsappeé” y me respondió con una carita feliz. Hubiera dado lo mismo que me respondiera con el emoticón de la caquita, de igual manera le iba a hacer el amor.
Salió a abrir la reja en un vestido negro, la formalidad estaba de nuevo en la mesa aún y después del fiasco conjugativo del verbo “whatsappear”.
 (Whatsappear: acción de mandar un mensaje inmediato a través de una aplicación llamada Whatsapp, disponible sólo para aparatos electrónicos modernos y con auxilio de una conectividad activa a una red de internet).
-¿Quieres una copa de vino?- me dijo sonriente.
-Por supuesto- obvio que quería seguir bebiendo, me gusta beber antes de tener sexo.
Me sirvió tinto en una copa color negro. Me pareció de mal gusto y teniendo en cuenta su estatus socio-económico, simplemente es burda la concepción de tomar tinto en semejante copa. ¿A dónde fueres… verdad?
-¿Me sirves más?- el silencio entre los dos era más incómodo que un domingo en casa de mis abuelos. Y eso es decir demasiado. Mis abuelos están muertos.
-Se me olvidaba que eres medio alcohólico-
-Se me olvidaba que eres mi psiquiatra- en ese momento me doy cuenta que esto está mal.
(¿Qué va a tomar el joven el día de hoy? Lo de siempre, malas decisiones. Fuck me, right?)
-¿Qué hacías antes de que te llamara?- platica banal, mi segunda especialidad; la primera es el sexo oral.
-Estaba escribiendo- huele a mentiras.
-¿Qué escribías?- se inclina hacia adelante lo cual quiere decir que realmente está interesada.
-Mmm… una novela erótica- casi ni se nota que me sonrojo.
-¿En serio? ¿Otra?- siento que estamos casados, hay tanta familiaridad.
-Sí- bebo rápido, no quiero que me pregunte más.
-¿Estaba yo ahí?- desbordan mares de egocentrismo de su boca. Eso no quiere decir que tenga razón, pero no la tiene.
-No, sólo entes semi-deformes, abstractos… masas de piel realmente. Y una araña gigante que nos miraba, no sé porque- me sirvo una copa más.
-¡Interesante! Freud dice que las arañas en los sueños son la interpretación de un miedo a la vagina ¿si sabías o no?-
-Pues siempre las he tratado bien, conozco su topografía bien. Como besarlas-
-Compruébamelo- sube la parte inferior de su vestido hasta sus caderas. No viste ropa interior. Cito: “no la necesita”.
El sabor a vino se desvanece de mi paladar, un sabor agridulce asalta mis papilas gustativas. Me gusta. No me siento culpable ya.
Me toma de los cabellos, denigra a los dioses. Algo estoy haciendo bien. Dicen que las personas son honestas después de un buen orgasmo o cuando están borrachas. Me imagino que una versión donde ambas variantes toman juego, la honestidad es brutal. Su altanería me excita más de lo que debiere. Ya es mía y yo soy suyo.
Bien decía mamá: las psicólogas y las psiquiatras están locas. Todos tenemos trastornos mentales. Las psiquiatras también necesitan amor. Aparte, las locas cogen mejor. Según yo.
-Para, ya fue mucho- su voz se entrecorta.
Me sirve más vino y ya veo doble. Es imperioso recordarles que me tome 3 copas de tinto en un trago, cada una de ellas magullando mi sistema nervioso central. Ya veo doble. Me tomé media botella de vodka en casa. AA no está haciendo su trabajo bien o soy un caso perdido. ¿Cuál razonamiento es más conveniente para  mí?
Estimados lectores, no me juzguen. Recuerden que sin mí no tendrían a quien odiar o amar. O juzgar si eso es lo que hacen. Sean objetivos.
-Me alegra que vinieras, aunque ya no te puedo ver en sesiones; es antiético-
-Da igual, me analizaras comoquiera. No me daré cuenta pero tu cerebro ya trabaja así por defecto-
-¿Defecto? Soy una de las psiquiatras más respetadas de Monterrey-
-Eres vouyerista, a mí no me chingas-
-¡JAJAJAJAJÁ cállate!-
Nos convertimos en adolescentes de nuevo, ella 35 y yo diez años atrás. Yo cantaba “Magic Orgasm” en la primaria ¿dónde estaba ella? Sólo “Dios” sabe.
Me siento cómodo otra vez, se lo digo.
-No mames, yo también- Su respuesta es ideal. Me gusta, Me hace sentir, para ustedes análogos, mariposas en mi estómago. Para mí es DOPAMINA.
¿Y tu pareja?- se me viene a la cabeza preguntar.
-Soy divorciada, él tiene a los niños esta semana-
Madres, mi nariz se restriega por una pared dispareja. Cada bulto en ella me lacera el gusto por hacer el amor.
-Pero no te apures, no hay sentimientos aquí. Me puedes coger a voluntad- hasta eso, se preocupa por mí.
-Karma- respondí agarrándome los huevos, figurativamente.
-Tú  no crees en eso-
-Desde que te conozco, sí- La familiaridad sirve como obstáculo, de nuevo, soy experto en malas decisiones. La quiero ya, del verbo presente, de un mí y ella, más claro ni la orina cuando andas hidratado. La quiero en la cama, en el sillón, en el piso, en la cocina, en el buró, en la sala, en el cuarto de televisión. La quiero en todos lados.
-¿Me comes otra vez?- su aliento es fuego y mi lengua se vuelve leña… Los cerdos se embarran de lodo y yo soy un cerdo. ¿Naturaleza?

viernes, 18 de octubre de 2013

34B Pt2

-No me gusta que mires mis pechos, no deberías hacerlo- se tapa el escote disimuladamente, queriendo que vea su torpe movimiento.
-Da lo mismo, ya lo enseño, ya lo vi y podemos seguir obviando lo obvio. Le decía que ya estaba probando lo que usted había desayunado y sus besos eran muy buenos, no mucha lengua y con la abertura exacta que debe haber para que el beso sea único. De hecho hubo un momento en que me mordió el labio inferior y me gustó mucho. Era muy extrovertida-
-¿Podemos hablar de otra cosa?- el sudor escurre por su cuello como avalanchas de pudor.
-¡NO!- mis ojos se entierran en los suyos y estoy seguro que entiende mi enojo. Sus sesiones no son baratas y tampoco vengo a platicar de mis padres y sus abusos, no hoy.
-¿Cómo están tus padres?- su pregunta es un torbellino y me nubla la cabeza; es astuta, tiene que serlo. 
-Igual como siempre, mamá vive angustiada por los problemas de los demás, totalmente inconsciente de todo lo que ocurre a su alrededor; papá sigue reviviendo sus revoluciones inexistentes, sus guerra internas que no lo dejan ser en paz y- súbitamente paro de hablar, mis rabietas son de proporciones bíblicas y al terminar me ahonda la tristeza, mi cara se tuerce de tal manera que se cubre con las sombras del cuarto. Hemos estudiado mi vida a lo largo de las fases por las cuales una persona debe afrontar, vivir y pasar, sabe que el total abandono al que fui sometido y los repetidos abusos a los que fui expuesto cuelgan en mi alma como diplomas en la pared de un neurocirujano. Ella se da cuenta de mi tristeza y se traslada hacía mí.
-Oye, mírame- lo hago con la vaga vergüenza que me caracteriza y, me sorprende el sentir sus labios contra los míos, sus suaves labios que saben a compasión, lástima y cariño. Su cuerpo es cálido y se mueve por encima de mis piernas, se dirige hacia mi regazo y al sentarse en mí, no puedo evitar rodear su cintura con mis brazos.
Todo se torna simple, correcto. Todo es rojo difuso. Todo es fuego y gasolina. Todo embona, al menos por ese momento.
Ella se levanta y me sonríe, se retoca los labios y apunta hacia el reloj a mi derecha. 
-Creo que sólo nos quedan 15 minutos.- me lo dice mientras tiene las manos entre las piernas y despide una voz seductora.
-Creo que puedo hacer mucho en ese tiempo- me abalanzo sobre ella y la beso tiernamente, se que no lo esperaba y por so se siente tan rico.
Separo sus piernas y hay un calor que recoge mi mano. Su respiración humea sobre mis labios y cuando le acaricio, su voz quiebra.
-¡No, hoy no! Te-te-te espero la próxima sesión- aclara su garganta, baja su falda y acomoda su sostén.
-Vale, está bien. La veo el Viernes a las 6 de la tarde- me alejo hacia la puerta, la cual está solo a unos pasos de su asiento. -Con permiso- inmediatamente cierra la puerta, sabe que no ha hecho lo correcto pero se pregunta porque se ha sentido tan bien. Lo sé, porque me lo dijo horas después por el celular. Se supone que solo lo usaríamos en emergencias: cambios de citas, cancelaciones, escenas de pánico y ahora, al parecer, como servicio de hotline.

-Necesito que vengas- asentí y pregunté su dirección…

jueves, 10 de octubre de 2013

34B Pt1


-Entra, por favor- y me señala un sofá negro, con cojines rojos y afelpados.
-Gracias- mi mirada se centra en sus ojos. Hay un calor que me relaja.
-¿Cómo estás?- Sus ojos regresan la mirada.
-Tuve un sueño- mi voz es tranquila, ella cruza las piernas. -Es algo difícil de explicar- gira su cabeza de tal forma que me permite seguir hablando.
-Dime-
-Es un sueño sexual, rara vez los tengo pero el de ayer fue algo increíble… casi como si fuese real- mis manos toman los cojines y juegan con las fibras que salen de ellos.
-Cuéntame- se inclina hacia la mesa del centro y toma su libreta y una pluma de tinta negra, su escote es generoso.
-Tuve un sueño en el cual usted y yo teníamos relaciones sexuales, estábamos aquí y usted me preguntaba si tenía novia…-
-¿Tú y yo?- su interrupción me incomoda.
-Usted vestía una blusa roja y una falda negra, sus zapatos eran tacones negros y me gustaban mucho, tanto así que le pedía que no se los quitara- mi mirada se vuelca hacia el suelo.
-¿Tacones? Interesante- se deja caer en el respaldo de su sillón y asiente, lo cual me permite continuar.
-En fin, estábamos besándonos y usted me susurraba al oído… mejor dicho casi casi me suplicaba que la penetrara, me gustaba mucho que me lo pidiera-.
-¿Estábamos en mi sillón o en el tuyo?-
-¿Qué tiene que ver eso?- le reproche.
-Mucho, si estamos aquí- acaricia su sillón -quiere decir que yo tengo el control y tu viniste a mí, si estamos en el tuyo- me apunta y eso me disgusta -quiere decir lo opuesto ¿Entiendes?-
-Creo que sí, pero no me ha dejado seguir y solo tenemos una hora-
-Continua, por favor- lo dice entre dientes, como si no quisiera escuchar el resto… sé que se muere por ello.
-Gracias. Le decía que nos besábamos y si, estábamos en este sillón pues es más grande…- es notable que miento, en realidad estábamos en su lugar, ella encaramada en mí, de lado y con la falda levantada hasta la cintura. -usted apoyaba su cabeza en la mía mientras yo mordía su cuello, recuerdo que olía bastante bien, incluso me atrevo a decirle que usaba el perfume “White Diamonds”-
-Pues lo he usado en varias de nuestras sesiones, tu subconsciente lo ha de haber recogido de una de ellas y lo enfoco a un escenario donde tú y yo somos amantes-
-Pues amantes no sé, pero definitivamente nos traíamos ganas- suelto una carcajada pensando que ella la secundara, digo es más que un cliché el hecho de tener relaciones sexuales con la psiquiatra de uno ¿no?, sin embargo, ella no se ríe y la carcajada se vuelve incomoda y hasta raya en lo estúpido. Pienso en disculparme, pero como de costumbre, no lo hago, nunca lo hago.
-¿Y quién empezaba a incitar a quién? Me imagino que eras tú, por supuesto-
-Pues realmente no recuerdo quien se le insinuaba a quien, solo recuerdo que, en un abrir y cerrar de ojos, ya teníamos nuestras lenguas amarradas. Recuerdo que le excitaba mucho- ¡Pum! un golpe directo y a matar.
-No creo haber sido yo pero, no puedo negar que mi personaje, esculpido en tu mente, haya tratado de seducirte. ¿Me consideras atractiva? ¿Has pensado en algunas de nuestras sesiones en besarme, desnudarme, tomarme aquí? ¿Te excita la idea?-
-Se refiere al sueño ¿verdad?- empiezo a sentirme un poco confiado y hasta me muestro algo descarado. Sé que ella no se refiere al sueño y la observo inquieta, si le incomodara ya hubiera cambiado de tema o, al menos, hubiera hecho lo posible por establecer un límite. Ninguna de las situaciones a las que hago alusión no encabezaban sus pensamientos.
-Me refiero a las sesiones que mantenemos en un mundo real, no en el mundo pervertido que llevas dentro de tu cabeza… pervertido no es malo, no es un adjetivo que te deba dar vergüenza, lo que quiero decir que eres muy imaginativo, muy creativo y no me sorprendería si es tu mente, que trabaja a mil por segundo, ya me hubiera imaginado entre tus piernas-
-Bueno, no le voy a mentir, se supone que aquí puedo ser honesto sin miedo al juicio y si va a haber un juicio debe ser mío ¿no lo cree? Tengo el derecho por ser el paciente, el enfermo, el pervertido- Mis muecas son llamativas, expresivas.
-Siempre me ha gustado como piensas ¿te acuerdas cuando hablamos de cambiar los muebles de tu cuarto y me dijiste que era un excelente ejemplo a la mediocridad humana, te estoy citando eh. Según tu, decías que era lo mismo cambiar de lugar los muebles de tu espacio a cagar o hacer pipí  las cosas simplemente ya no estaban donde estaban antes. Eso me gusta de ti, siempre tienes una analogía degradante-
-Pues si es así ¿o no? mover los muebles de mi cuarto no me harán una persona socialmente estable o funcional. Mi cama no va a salir a hacer amigos por mí, mucho menos a conocer mujeres y tratar de follarlas después. Las esquinas son de punta roma y les puede desgarrar la vagina o mucho peor puede desgarrar el a…-
-Te estas saliendo del tema- me interrumpe en el momento indicado
-Usted se salió primero, me estaba diciendo que le gusto-
-No dije eso, estaba diciendo lo que me gusta de ti-
-Ok-
-¿Qué más pasaba en tu sueño?-
-Pues estaba usted arriba de mí, yo le levantaba la falda y la estimulaba. Primero con los dedos y después con la lengua, su idea y no la mía. ¿Le gusta que le mire los pechos Doctora? Su escote me hace ojitos.-
-Ehh- suficiente para mí.