Llevo este duelo ensimismado,
siempre justo y bien
entendido,
intencional, implacable
al marchitar mi mirada en tus ojos.
Este duelo es
vasto como tu cielo,
largo como tus piernas y
bello como las despedidas.
Lo cargo en la espalda,
en los párpados y en las
almohadas,
lo llevo al fin del mundo
para que lo sientas cuando me
mires también.